No es cierto que sobrevolar en helicóptero demuestre que la ciudad de Santo Domingo no está llena de pobres y de miseria. El paso del huracán Sandy por la zona del Caribe ha puesto en evidencia la precariedad de las obras públicas dominicanas. Una lluvia constante genera una acumulación de agua en las principales avenidas de la capital y los vehículos se quedan varados.
Eso ocurrió en avenidas como la Sarasota, Ortega y Gasset, Núñez de Cáceres y otras vías principales de la ciudad. Los sistemas de drenajes no funcionan porque el Ayuntamiento del Distrito Nacional no los limpia adecuadamente.
Lo mismo ocurre con los puentes que se destruyen y las carreteras que se obstaculizan porque se corroen. Ocurrió nuevamente en el trayecto desde y hacia San José de Ocoa. Lomas que se deslizan y obstaculizan trayectos viales. La lluvia constante es la que se encarga de poner en evidencia las malas construcciones.
Y peor aún: la lluvia pone al desnudo la miseria de la sociedad dominicana. No es cierto que seamos un Nueva York chiquito, como prometió un ex presidente. No es cierto que sobrevolar en helicóptero demuestre que la ciudad de Santo Domingo no está llena de pobres y de miseria.
Llegó la lluvia de Sandy para poner en entredicho el discurso mentiroso de los políticos:
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